El tema de los cubanos mercenarios en las filas del ejercito ruso ha centrado la atención de la prensa rusa en los últimos días, en especial tras la aprobación de la Duma de un acuerdo militar con La Habana.
Un artículo publicado en el sitio ruso digital Tsargrad muestra con claridad cómo Moscú reinterpreta el reclutamiento de cubanos como un acto de solidaridad internacional, buscando revestir de legitimidad política lo que, en esencia, constituye una práctica de mercenarismo encubierto.
Según la narrativa rusa, los cubanos que combaten en Ucrania “sabían a dónde iban y estaban dispuestos a luchar hombro a hombro con los militares rusos, como en Angola”.
Con esta comparación, el Kremlin trata de reactivar la mística soviética de las “guerras internacionalistas”, un recurso propagandístico que pretende dar al conflicto actual un sentido histórico y moral: la supuesta continuidad entre el internacionalismo socialista del pasado y la “lucha contra el Occidente colectivo” del presente.
el Kremlin trata de reactivar la mística soviética de las “guerras internacionalistas”,
La publicación rusa cita a Reuters, reconociendo que más de un centenar de cubanos han firmado contratos con el Ministerio de Defensa ruso, y sugiere que podrían superar el millar en poco tiempo. El texto lo celebra como algo positivo: “Y eso no está mal”, dice literalmente, antes de añadir que “la victoria en Ucrania cambiará el orden mundial durante muchos años”.
Esa frase revela el propósito central del Kremlin: la guerra no es vista como una defensa territorial, sino como un proyecto de poder global donde los extranjeros —incluidos los cubanos— son piezas de un tablero geopolítico. La narración rusa, difundida por voces como el politólogo Vladímir Golovashin, refuerza esta visión: el conflicto en Ucrania es presentado como un “choque entre el viejo mundo colonial y el frente anticolonial liderado por Moscú”.
Bajo este argumento, la participación de combatientes de África y América Latina no es mercenaria, sino “natural” dentro de un movimiento global antiimperialista. Así, Rusia convierte el reclutamiento de extranjeros en una extensión de su discurso ideológico, justificando la importación de mano de obra militar con fines de propaganda.
El artículo también reconoce que los cubanos se sienten atraídos por los salarios del ejército ruso, cien veces superiores a los de la Isla, lo que desmiente cualquier noción de “voluntariado ideológico”. No hay romanticismo revolucionario, sino desesperación económica y manipulación política.
Rusia convierte el reclutamiento de extranjeros en una extensión de su discurso ideológico
Además, la prensa rusa destaca que algunos cubanos “ya obtuvieron la ciudadanía rusa”, lo que convierte al reclutamiento en un mecanismo de integración forzada: un pasaporte a cambio de sangre. Esta práctica no solo viola el derecho internacional, sino que replica estrategias históricas del Kremlin de utilizar a ciudadanos extranjeros en guerras de proyección imperial.
Lo más revelador es el mensaje político que el artículo lanza al final: “La participación de cubanos en la operación especial es solo la primera golondrina” —una metáfora que deja claro que Rusia planea ampliar el uso de combatientes extranjeros en el futuro. Detrás de la retórica antioccidental se esconde la normalización del mercenarismo como instrumento de guerra estatal.
El presidente del Comité de Defensa de la Duma Estatal, el teniente general Andréi Kartapólov, uno de los impulsores del acuerdo militar entre La Habana y Moscú, reaccionó ante los informes sobre la presencia de ciudadanos cubanos en las filas del ejército ruso. “Hemos estado muchas veces en Cuba, y allí realmente el sentimiento hacia nuestro país es el más cálido y normal. Si los jóvenes cubanos desean ayudar a nuestra nación, ¿qué tiene eso de extraño?”, declaró el parlamentario, destacando los lazos históricos y la afinidad política entre ambos países desde la era soviética.
Kartapólov añadió que Rusia agradece a todos los que deseen apoyar al pueblo ruso en su ‘lucha justa’, presentando la participación de cubanos en la guerra de Ucrania como un acto de solidaridad internacional. Sus declaraciones refuerzan la narrativa del Kremlin, que intenta justificar la presencia de combatientes extranjeros como parte de un movimiento global de apoyo a Rusia frente a Occidente, como reporta el sitio digital Novie Vedomosti.
Otro artículo sobre el tema, en el medio azerí Vesti.az, basado en información de la revista Forbes, lleva un titular contundente: “Rusia sustituye a norcoreanos por cubanos”, y revela que Moscú podría haber reclutado hasta 25,000 ciudadanos cubanos para combatir en Ucrania. De confirmarse, asegura el sitio, los cubanos se convertirían en el mayor contingente extranjero al servicio del ejército ruso, superando incluso a los soldados norcoreanos.
El portal Avia.pro publicó el artículo “La respuesta de Rusia a los misiles Tomahawk en Kiev podría ser la cooperación militar con Cuba”, en el que el experto militar Alexandr Stepánov, del Instituto de Derecho y Seguridad Nacional de la Academia Rusa de Economia Nacional y Administracion Pública,(RANHiGS), afirma que la ratificación del acuerdo de cooperación militar con Cuba envia una señal directa a Washington.
Según Stepánov, el acuerdo —firmado en marzo— permitiría maniobras conjuntas, intercambio de inteligencia y suministro de equipo, y convertiría a La Habana en una posible base avanzada para sistemas rusos, un movimiento que proyectaría el poder de Moscú en el hemisferio occidental y equilibraría la escalada militar en Europa.
La participación de cubanos en la guerra de Ucrania ha dejado al descubierto una red de complicidades políticas y silencios diplomáticos. Mientras Rusia convierte el reclutamiento de extranjeros en una herramienta de propaganda global, Cuba se beneficia de la cobertura política y económica que Moscú le ofrece, a costa de sus ciudadanos más vulnerables.
Lo que Moscú presenta como solidaridad internacional, y La Habana intenta disimular como “decisión individual”, es en realidad una alianza de conveniencia basada en la exportación del sacrificio ajeno —una alianza que devuelve a Cuba al papel de subordinada militar y propagandística que tuvo durante la Guerra Fría.
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